jueves, 4 de septiembre de 2008

Em Manuscrito Voynich (III PARTE)



Las hipótesis

En la actualidad se consideran tres posibles explicaciones acerca del libro: la primera, como se indicó a propósito de Dee y Kelley, que no sea más que una estafa genial pergeñada por los dos truhanes para ganar los 600 ducados indicados en La carta Marci. La segunda hipótesis consiste en que el texto esté escrito en un código desconocido hasta el momento. Y la tercera hipótesis afirma que se trata, lisa y llanamente, de un texto escrito en una lengua desconocida... ¿Podría tratarse de una teoría válida?

El problema estriba en que los textos del Voynich, aunque incomprensibles, pueden ser estudiados matemáticamente. La frecuencia de aparición de palabras de distinto número de letras, el alto nivel de redundancia o repeticiones, todo en él se comporta de un modo radicalmente diferente a cualquier lengua conocida. Esto hace pensar a los lingüistas que el manuscrito no contiene en verdad ningún mensaje, sino que es sólo una muy bien diseñada jerigonza. Pero también esto hay que probarlo.

Científicos británicos están intentando reproducir las características estadísticas del Voynich utilizando la tecnología disponible en el Renacimiento. Ya se han logrado apabullantes avances en este campo, y sólo falta poder recrear las peculiaridades más avanzadas. Si esto se logra en un futuro próximo, el libro imposible, que resistió durante siglos a los esfuerzos de los expertos y estudiosos, habrá rendido su último secreto, descubriendo ante los hombres su real naturaleza de mentira que consiguió ocultarse durante casi 500 años, aparentando ser un texto relevante. Pero aún en este caso, no se podría probar a ciencia cierta que entre sus 40.000 palabras sin sentido no se oculten algunos renglones plenos de significado.

Hay quienes se resisten a creer que una pieza tan bella, que un artefacto tan perfecto del ingenio humano, que un tan delicado juego intelectual, no transmita en verdad ningún mensaje. El Manuscrito Voynich pasó, tras la muerte de su propietario, a la viuda de éste, que lo guardó durante 30 años hasta su propia muerte, en 1961. Quedó luego en poder de sus albaceas. Wilfred había dejado establecido en su testamento que sólo podía ser vendido si el comprador era aprobado por un comité de cinco personas: entre ellas se contaban su secretaria Anne Nill, uno de los estudiosos que intentó traducirlo y, por supuesto, su esposa Lily Boole, hija del filósofo George Simon Boole. Ella ya estaba muerta, por lo que debieron fallar los cuatro restantes.

El elegido fue el librero y coleccionista Hans P. Kraus. Sumamente ansioso, Kraus lo puso a la venta a su vez por la suma de 120.000 dólares, superior aún a la que se pagaría hoy día por un manuscrito medieval o renacentista de firma conocida. Pero Kraus, cansado y aburrido, donó finalmente en 1969 el manuscrito a la Universidad norteamericana de Yale, donde se encuentra hoy expuesto en su Biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros. Sus páginas han sido digitalizadas y cualquiera puede acceder a copias de alta definición en el sitio web de la biblioteca. Ahora duerme su sueño sin sueños una de las obras más elaboradas de la inteligencia humana, el manuscrito que lleva ya casi medio milenio conturbando y confundiendo a todos aquellos que lo observan. ¿Podremos descifrarlo alguna vez? Es posible. Guardamos íntimamente esa esperanza, porque, como ha escrito Octavio Paz, quien ha visto una esperanza jamás se olvida de ella.
Posiciones sobre su veracidad

John Dee trató de descifrar el manuscrito pero no lo logró, solo pudo determinar que la primera parte del escrito decía que contenía "los secretos de los mundos olvidados y subyacentes". En 1588 John Dee regala el famoso libro-papiro al emperador Rodolfo II,. A partir de 1666 el misterioso documento pasa de mano en mano y recorre el mundo. Nadie logra descifrarlo, hasta que en 1962 llega a Estados Unidos donde aún está a la venta, superando su valor el millón de dólares.
Desde la muerte de John Dee en 1608, nadie se ocupa del documento hasta el año 1666, en que el Dr. Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga, envía el escrito al jesuita Kicher, experto en criptografía, para su interpretación, pero para el religioso fue imposible desentrañar el misterio. Se pierde el rastro del documento hasta 1914, en que se vuelve a encontrar en el pueblo italiano de Frascatti; en poder de unos jesuitas que tenían allí su convento. En ese año (1914) el manuscrito es adquirido por el editorialista W. Voynich, tomando desde ese momento el nombre con el cual lo conocemos.
Voynich lleva el documento a Estados Unidos y dos años más tarde, es contactado por Adolph Cyrus Roidingercht, quien dice poder descifrarlo, ya que un antepasado suyo que era amigo de Roger Bácon, recibió de éste, una guía de traducción de un código secreto que usaban los habitantes protohistóricos del extremo sur del planeta y que en ese momento obraba en su poder por derecho de legado familiar. Cuando Roidingercht puso manos a la obra, descubre que el documento habla de una civilización desaparecida, cuyos integrantes eran seres de no más de un metro de altura que dominaban la fuerza de gravedad y que además habían desarrollado máquinas que les permitían horadar las rocas, construyendo grandes ciudades subterráneas que intercomunicaban por debajo de la superficie con todo el planeta. Una de estas máquinas recibe el nombre de "nilotrona".
Asimismo, muestra un mapa celeste de un sector desconocido del firmamento, donde se aprecian dos soles y dos lunas (o planetas). Cada página del documento está pintada de un color diferente, todos ellos muy vivos y brillantes, semejantes a los del aura humana. Sobre una de las páginas hay una especie de diccionario de botánica con plantas dibujadas que son muy singulares, algunas parecen tener ojos y se concluyó que son especies desconocidas para nuestro planeta actual. Hasta aquí lo que pudo descifrar Roidingercht del "documento Voynich", ya que el 22 de enero de 1917 desapareció misteriosamente sin dejar rastros y nunca más conocerse nada de su paradero.
Aparentemente tuvo que huir precipitadamente, ya que se encontraron todas sus pertenencias, incluso su pipa humeando en el cenicero de su escritorio, al lado del documento Voynich, que se encontraba abierto en una página donde estaban los planos de una extraña máquina semejante a las turbinas de los modernos "jets" y a un costado de la hoja, un modelo a escala de un artefacto muy similar al actual avión Concordé.Posteriormente, en 1919 el decano de la Universidad de Pennsylvania, William Newbold, se aboca a la tarea de continuar descifrando el Voynich.
Es así que después de dos años de trabajo, en una conferencia de prensa dice haber descifrado cosas muy interesantes en el documento y se prepara para dar una serie de charlas sobre el particular; pero extrañamente no las puede llevar a cabo, comienza a contradecirse sobre lo descubierto y cada vez se hace más difícil contactarse con él. Luego se supo que recibía amenazas de los "conspiradores contra el conocimiento oculto ", los tristemente célebres "hombres de negro". Newbold falleció en 1926, y al igual que Bácon, se llevó a la tumba el secreto para descifrar el Voynich.
Del trabajo de Newbold se rescataron algunas partes descifradas del documento que dicen que el ser humano posee una energía muy especial que se gesta en la parte superior del cerebro y su medida es la del "voluciclo". Esta es la tercera organización cerebral independiente, cuya sede se encuentra en la columna vertebral. Cada zona intervertebral tiene relación particular con el conocimiento que puede adquirir el ser humano y actúa como archivo o depósito.
Las zonas intervertebral están relacionadas íntimamente con el "conjunto sonomedular" que tiene, al igual que el voluciclo, su centro de actividad en la parte superior de la cabeza. Hasta aquí lo que hoy se sabe del extraño y misterioso "documento Voynich" Muchas copias del Voynich dan vueltas en el mundo buscando alguien que logre descifrar por completo los secretos de las más remotas civilizaciones que poblaron nuestro planeta (y que quizás aún lo hagan, bajo nuestros pies).

Antes o después el contenido del manuscrito será conocido por todos. Si no es un fraude, probablemente resultará ser un tratado común de interés modesto, y no la clave de la sabiduría universal ni un lenguaje trascendente para hablar con los ángeles. El mito de Voynich está condenado a sufrir el mismo destino que aquella civilización marciana constructora de pirámides, caras y canales, que se evaporó en los mustios desiertos rojizos en cuanto el hombre racional le puso la mano encima.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En el libro ¨El castillo de las estrellas¨ de Enrique Joven hace referencia a que el manuscrito esta incompleto y que faltan las claves para descifrarlo y que podría estar oculto por alguien.